jueves, 28 de octubre de 2010

¿QUÉ ES AMAR?

El noviazgo es un aprendizaje del amor. Fuimos criados para vivir ese sentimiento. Sin él el hombre y la mujer no pueden ser felices. Pero, al final, ¿que es amar? Lo que lleva a muchos matrimonios al fracaso es la noción falsa que se tiene del amor hoy. Hay en el aire una “caricatura” del amor. Si yo le diera un billete de cien pesos falso, no lo aceptaría, pues no vale nada, y todavía podría ser incriminado por causa de él.

Si construyese una casa usando cimiento falsificado, cuidado, porque podría caer sobre su cabeza. De la misma forma, el llevar al matrimonio un amor falso, ciertamente hará que caiga, pues el “cimiento” de la unión es el amor. Para mostrar claramente lo que es amar, vamos a iniciar mostrando lo que no es amar. Amor no es egoísmo, esto es, preferencia por mí, pero por el otro.

Si come una fruta con placer, no puede decir que la ama. Si tiembla de pasión delante de una chica y le dice: “yo te amo”, esté seguro de que está mintiendo, pues ese temblor es señal de que quiere saciar su ego deseoso de placer. Eso no es amor, es pasión carnal, es egoísmo. Si está encantada con la belleza de él y se desdobla en declarar su amor por él, sepa que eso también no es todavía amor, pues amor no es pura emoción o sentimiento.

Amar es mucho más que eso, pues no es satisfacerse a si mismo, sino al otro. Cuando dices a alguien “yo te amo”, esté seguro de que no quiere su propia satisfacción o felicidad, sino la del otro. Cuidado con las “caricaturas” del amor, porque estas son falsas y no pueden hacer la felicidad de la pareja. Todo joven tiene sed de amar, pero, muchas veces, su amor es enmascarado y se presenta falso y peligroso.

Amar no es apoderarse del otro para satisfacerse; es lo contrario, es darse al otro para completarlo. Y para eso es necesario que renuncie a sí mismo, olvidándose de sí mismo.

Corre el riesgo de, insatisfecho, querer apasionadamente agarrar aquello que le falta; y eso no es amar. Así el amor muere en sus manos. Sólo comenzará a comprender lo que es amar cuando su voluntad de hacer el bien al otro sea mayor que su necesidad de tomarlo sólo para sí, para satisfacerse.

Las pasiones sensibles de la adolescencia no son el auténtico amor, pero la perturbación de un joven que encuentra delante de sí los encantos y la novedad de la masculinidad o de la feminidad. Es fácil entender que aquellos que quisieren construir un hogar sobre ese piso de emociones estarán construyendo una casa sobre la arena. Muchos matrimonios se derrumbaron porque fueron realizados “a ciegas”, sin preparación para que hubiese armonía, sin el aprendizaje del amor. Amar es darse, nos enseña Michel Quoist. Es dar a sí mismo al otro para completarlo y construirlo. Pero para que pueda verdaderamente darse a alguien, necesita primero “poseerse”. Nadie puede dar lo que no posee. Se no se posee, si no tiene el dominio de sí mismo, ¿como, entonces, quiere darse a alguien?

Si su corazón late acelerado delante de alguien que lo atrae, eso es sensibilidad, no lo llame todavía de amor. Si perdió el control y se entregó a él, eso es fragilidad, no llame eso todavía de amor. Si está encantada con la cultura de él, fascinada por su bella carrera y ya no consigue más estar sin su plática, eso es admiración, todavía no es amor. Aunque esté, hasta las lágrimas, delante de un hecho chocante, eso es más sensibilidad que amor. Amar no es “ser prendado” por alguien, “poseer” alguien o tener afecto sensible por él, o aún rendirse a alguien.

Amar es, libre y conscientemente, darse a alguien para completarlo y construirlo. Y eso es más que un impulso sensible del corazón; es una decisión de la razón. Por eso, amar es un largo aprendizaje, no es una aventura como la mayoría piensa. No se aprende a amar cambiando cada día de compañero, sino aprendiendo a respetarlo, tanto en cuerpo cuanto en alma. Amar es una decisión. Y la decisión no es tomada apenas con el corazón, empujado por la sensibilidad. La decisión es tomada con la razón.

Cuando amamos de verdad, nos volvemos libres de hecho, pues el amor nos libera de nosotros mismos y de las cosas que nos atan.

Por: Felipe Aquino

Fuente: Almas

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