Esta intimidad con nosotros mismos crece a medida que nos hacemos conscientes de nuestros más profundos sentimientos, necesidades, miedos, decepciones y sueños. Si no tenemos conciencia de esto, no tendremos un yo para dar a los demás. Pero tal toma de conciencia requiere de tiempo y de estructuras.
Erikson dice: “A menudo, uno puede estar enamorado o involucrarse en intimidades, pero la intimidad que ahora está en riesgo es la capacidad de comprometerse con afiliaciones concretas que pueden exigir sacrificios y concesiones significativos".
Así, intimidad no es sinónimo de expresión sexual ni de un compartir romántico, sino que se refiere a la exposición personal y a la mutualidad que se comparten en una amplia gama de relaciones (amistades, familia, compañeros de trabajo, vida en comunidad, etc.)
Por: Diana García
Fuente: Almas
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