Tres griegos y cuatro ingleses | ||||
La clase de amor que verdaderamente necesitamos es la de personas que se dan totalmente | ||||
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miércoles, 23 de marzo de 2011
Tres griegos y cuatro ingleses
La flor del amor
La flor del amor | |
El amor verdadero no es fácil: no valen unas palabras románticas y un puñado de promesas | |
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Enamoramiento vs. Amor
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Hay que procurar no dejar las cosas del amor en manos exclusivamente del corazón | |||
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¿Obsesionados con Facebook?
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Algunos datos interesantes que debes tomar en cuenta | |||
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lunes, 21 de febrero de 2011
Cristianos en las redes sociales
Cristianos en las redes sociales | |||
En la perspectiva cristiana hay que tener presente que “la Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversa | |||
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sábado, 12 de febrero de 2011
Amistad: Lanzarse por una amistad verdadera
La amistad verdadera nos lleva a querer lo mejor para el amigo. De entre los 3 tipos de amistad que nos presenta Aristóteles, el tercer tipo nos describe la verdadera amistad; la que encuentra su razón de ser en la virtud y en la bondad del otro, la que n | |
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jueves, 10 de febrero de 2011
MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA DE LAS VOCACIONE
Sobre el tema: “Promover las vocaciones en la Iglesia local”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Vocaciones, que se celebrará el domingo 15 de mayo. El Mensaje ha sido hecho público hoy por la Santa Sede.
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Queridos hermanos y hermanas
La XLVIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebrará el 15 de mayo de 2011, cuarto Domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Proponer las vocaciones en la Iglesia local. Hace setenta años, el Venerable Pío XII instituyó la Obra Pontificia para las Vocaciones Sacerdotales. A continuación, animadas por sacerdotes y laicos, obras semejantes fueron fundadas por Obispos en muchas diócesis como respuesta a la invitación del Buen Pastor, quien, “al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor”, y dijo: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38).
El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. El modo en el que Jesús llamó a sus más estrechos colaboradores para anunciar el Reino de Dios ha de ser objeto particular de nuestra atención (cf. Lc 10,9). En primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12), en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre. Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al “Señor de la mies” tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales.
El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores, entregados al trabajo a orillas del lago de Galilea: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mt 4, 19). Les mostró su misión mesiánica con numerosos “signos” que indicaban su amor a los hombres y el don de la misericordia del Padre; los educó con la palabra y con la vida, para que estuviesen dispuestos a ser los continuadores de su obra de salvación; finalmente, “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre” (Jn 13,1), les confió el memorial de su muerte y resurrección y, antes de ser elevado al cielo, los envió a todo el mundo con el mandato: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt 28,19).
La propuesta que Jesús hace a quienes dice “¡Sígueme!” es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a Dios y a la difusión de su Reino según la ley del Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24); los invita a salir de la propria voluntad cerrada en sí misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta disponibilidad total a Dios (cf. Mt 12, 49-50), y que llega a ser el rasgo distintivo de la comunidad de Jesús: “La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros” (Jn 13, 35).
También hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya. Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas competentes. El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida, para compartir su misión y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia “está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales” (JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 41). Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por “otras voces” y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones. Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al decir “sí” a Dios y a la Iglesia. Yo mismo los aliento, como he hecho con aquellos que se decidieron ya a entrar en el Seminario, a quienes escribí: “Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera” (Carta a los Seminaristas, 18 octubre 2010).
Conviene que cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, educando en los diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, principalmente a los muchachos, a las muchachas y a los jóvenes -como hizo Jesús con los discípulos- para que madure en ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante una creciente familiaridad con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con los otros, porque sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones. “Proponer las vocaciones en la Iglesia local”, significa tener la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida.
Me dirijo particularmente a vosotros, queridos Hermanos en el Episcopado. Para dar continuidad y difusión a vuestra misión de salvación en Cristo, es importante incrementar cuanto sea posible “las vocaciones sacerdotales y religiosas, poniendo interés especial en las vocaciones misioneras” (Decr. Christus Dominus, 15). El Señor necesita vuestra colaboración para que sus llamadas puedan llegar a los corazones de quienes ha escogido. Tened cuidado en la elección de los agentes pastorales para el Centro Diocesano de Vocaciones, instrumento precioso de promoción y organización de la pastoral vocacional y de la oración que la sostiene y que garantiza su eficacia. Además, quisiera recordaros, queridos Hermanos Obispos, la solicitud de la Iglesia universal por una equilibrada distribución de los sacerdotes en el mundo. Vuestra disponibilidad hacia las diócesis con escasez de vocaciones es una bendición de Dios para vuestras comunidades y para los fieles es testimonio de un servicio sacerdotal que se abre generosamente a las necesidades de toda la Iglesia.
El Concilio Vaticano II ha recordado explícitamente que “el deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo, con una vida totalmente cristiana” (Decr. Optatam totius, 2). Por tanto, deseo dirigir un fraterno y especial saludo y aliento, a cuantos colaboran de diversas maneras en las parroquias con los sacerdotes. En particular, me dirijo a quienes pueden ofrecer su propia contribución a la pastoral de las vocaciones: sacerdotes, familias, catequistas, animadores. A los sacerdotes les recomiendo que sean capaces de dar testimonio de comunión con el Obispo y con los demás hermanos, para garantizar el humus vital a los nuevos brotes de vocaciones sacerdotales. Que las familias estén “animadas de espíritu de fe, de caridad y de piedad” (ibid), capaces de ayudar a los hijos e hijas a acoger con generosidad la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada. Los catequistas y los animadores de las asociaciones católicas y de los movimientos eclesiales, convencidos de su misión educativa, procuren “cultivar a los adolescentes que se les han confiado, de forma que éstos puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina” (ibid).
Queridos hermanos y hermanas, vuestro esfuerzo en la promoción y cuidado de las vocaciones adquiere plenitud de sentido y de eficacia pastoral cuando se realiza en la unidad de la Iglesia y va dirigido al servicio de la comunión. Por eso, cada momento de la vida de la comunidad eclesial –catequesis, encuentros de formación, oración litúrgica, peregrinaciones a los santuarios- es una preciosa oportunidad para suscitar en el Pueblo de Dios, particularmente entre los más pequeños y en los jóvenes, el sentido de pertenencia a la Iglesia y la responsabilidad de la respuesta a la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, llevada a cabo con elección libre y consciente.
La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local. Invocamos con confianza e insistencia la ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir “sí” al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies. Con este deseo, imparto a todos de corazón mi Bendición Apostólica.
Vaticano, 15 noviembre 2010
BENEDICTUS PP. XVI
miércoles, 9 de febrero de 2011
IPHONE EN CONFESIÓN
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El programa Confessionpara iPhone y otras nuevas tecnologías similares pueden ayudar a realizar el examen de conciencia, pero nunca podrían sustituir el diálogo personal entre el penitente y el sacerdote, o no habría sacramento.
Así lo explicó el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, ante las dudas manifestadas por algunos periodistas que cubren la información vaticana, sobre el imprimaturconcedido a la aplicación Confession para iPhone, tal y como informó ZENIT (verwww.zenit.org/article-38143?l=spanish).
Ante algunas informaciones que sugerían que se trataba de confesiones “a través” de iPhone, el padre Lombardi aclaró que “es esencial comprender bien que el Sacramento de la Penitencia requiere necesariamente la relación de diálogo personal entre penitente y confesor, así como la absolución por parte del confesor presente”.
“Esto no puede ser sustituido por ninguna aplicación informática”, y por tanto “no se puede hablar de ninguna forma de 'Confesión por iPhone'”, explicó.
Pero, añadió, en un mundo en el que muchas personas utilizan soportes informáticos para leer y reflexionar (e incluso textos para rezar), no se puede excluir que alguno reflexione en preparación a la Confesión ayudándose con instrumentos digitales, como se hacía en el pasado con textos y preguntas escritas en papel, que ayudaban a examinar la propia conciencia”.
En este caso, puntualizó, se trataría de un subsidio pastoral digital que “podría ser útil, aun sabiendo que no es en absoluto un sustituto del Sacramento”.
Además, finalizó, “siempre que tenga una verdadera utilidad pastoral, y que no se trate de un negocio alimentado por una realidad religiosa y espiritual importante como un Sacramento”.
El programa, “Confesión: una Aplicación Católica Romana”, fue desarrollado por la compañía Little iApps, y recibió hace pocos días el imprimatur de manos de monseñor Rhodes, obispo de Fort Wayne-Southbend (Estados Unidos).
Según explicó en su momento a ZENIT Patrick Leinen, desarrollador y cofundador de Little iApps, este programa, en cuya creación han colaborado Thomas Weinandy, director ejecutivo del Secretariado para la Doctrina y Prácticas Pastorales de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, y Dan Scheidt, pastor de la iglesia católica Reina de la Paz en Mishawaka, Indiana, está diseñado para la preparación de la confesión.
La aplicación ofrece el examen de conciencia, una guía paso a paso del sacramento, acto de contrición y otras oraciones.
No es el primer programa de estas características, pues existen también “Mea Culpa – Examen de Conciencia para los católicos” y “iConfess- Manual y guía de la confesión”, que fueron creados para el mismo uso en dispositivos como el iPhone, pero sí el primero en recibir elimprimatur de parte de un obispo.
El enamoramiento necesita de duelo
El enamoramiento necesita de duelo | |
El amor verdadero acepta a la persona tal y como es, con todos sus defectos y con todas sus virtudes | |
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viernes, 4 de febrero de 2011
Secarse las lágrimas del pasado
Convertirlas en agradecimiento, y seguir caminando con esperanza, hay que guardarse una sonrisa pues para Dios nada hay imposible. | |
“Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida vuelta. Son aquellas pequeñas cosas Que nos dejó un tiempo de rosas, En un rincón, en un papel o en un cajón. Son las que nos hacen llorar cuando nadie nos ve”. ¿Quien no ha sucumbido alguna vez ante un inesperado aroma que nos transporta a lo olores de nuestra niñez y juventud? ¿Quién no se ha emocionado alguna vez ante la letra o la música de una vieja canción que automáticamente nos hace pensar en los tiempos en los que no era tan vieja y a los momentos intensos bañados por ella? ¿O quien no se ha sorprendido abriendo una vieja caja de cartón o un viejo baúl, ante cien formas distintas de recuerdos prendidos en trozos de papel o de tela, en viejos juguetes, fotos o prendas de personas ya desaparecidas...? Esta experiencia está cargada a la vez de una doble sensación: por una lado la recuperación agradable y placentera de un pasado, de unos momentos felices generalmente ligados a nuestra niñez o adolescencia, el agradecimiento por aquellos momentos y la constatación de que el tiempo transcurrido nos une a ellos. No cabe la menor duda de que en un principio este suspiro del corazón pinta una leve sonrisa en nuestros labios, pero una sonrisa que es rápidamente apagada por la segunda y terrible experiencia, la de constatar que esos tiempos felices del pasado nunca volverán, la de caer en la cuenta de lo dramática y cruel que es la vida, que como un río incapaz de volver sobre su curso y abocado inexorablemente a morir en el mar del olvido, transcurre sin vuelta atrás. Por un momento nos cautivó, nos dejó jugar de nuevo a ser niños, cerrar los ojos y viajar en el tiempo disfrutando del paisaje. Pero cuando los ojos se vuelven a abrir la realidad nos golpea con una agresividad brutal, pues ese viaje es sólo un espejismo que nos deja con lágrimas en los ojos y con el corazón lleno de melancolía. He de confesar que durante mucho tiempo me hice el hombre duro y fuerte, incluso me atreví a dar consejo a aquel que sufría esta experiencia. Por mi trabajo me he visto abocado muchas veces a acompañar los momentos emocionalmente más intensos de la vida de las personas: el amanecer de una vida, el amor, la experiencia del dolor y de la muerte... Sólo cuando quedé al margen de esa “profesión” aparecieron en mi vida esos viejos fantasmas, caí en la cuenta de que el viejo Moisés también estaba en el desierto y de que él, al igual que su pueblo, también añoraba las cebollas de Egipto; tal vez no lo aparentara ni lo dijera, salvo en lo secreto de su oración, cuando a solas clamaba a Yahvé en lo alto de la montaña, sin dar pie a que su pueblo tuviera ni la más mínima sombra de sospecha de que su líder y jefe espiritual también suspiraba por el pasado como ellos. ¿Qué clase de líder sería? ¿Quién podría confiar en él? Frente a esta experiencia también cabe dos opciones distintas que parecen claras: una sería la de tratar de volver atrás en el tiempo y si no es posible revivirlo, al menos intentar recuperar sus recuerdos creando otros nuevos lo más parecidos posibles. Sería algo así como dejar de caminar, buscar en el desierto el oasis o el paisaje que más recuerde a Egipto e instalarse en él para rehacer la vida. La otra alternativa requiere algo de más fe, pues supone saber secarse las lágrimas del pasado, es más, convertirlas en lágrimas de agradecimiento, y seguir caminando únicamente apoyado en la promesa de una nueva tierra en la que no hay más garantía que una creencia y un camino que en si mismo está cargado de lecciones y de vida. Parece claro que la única vía posible para recuperar la felicidad es la segunda, sin duda también la más difícil. Dejar pasar el tiempo de la tempestad es todo un arte que ha de hacerse con una entrega total, con absoluto abandono, lo cual no es difícil cuando nos vemos derrotados, hundidos, desesperados. El sufrimiento sólo aparece mientras quedan restos de prepotencia en nosotros, mientras que nuestro orgullo no se ha agotado, pero cuando se ha llegado a este punto uno descubre misteriosamente que sólo queda la esperanza. Algunos se resisten a llamarla así y prefieren ver en este momento una proyección de nuestros sueños que no por consoladores son verdaderos, algo así como un autoengaño. Esa no es mi experiencia y es así que la ofrezco como un verdadero tesoro. Si bien en nuestra vida hay problemas que nos llevan al fracaso, en nuestro espíritu no ocurre lo mismo y uno siempre puede abrirse a la dicha de ver como nuestros ojos se cierran mirando a lo alto, a un futuro en el que se cree por que se intuye, casi se palpa. Moisés murió sin ver la tierra prometida pero consciente de que su pueblo entraría en ella y de que él también lo haría en el corazón de cada uno de sus hermanos. Es este un concepto precioso que en estos tiempos de individualismo no se valora lo suficiente. Me refiero al hecho de que somos PUEBLO, asamblea, de que nadie sufre ni goza solo y que el mayor de los desastres sobreviene cuando se trata de experimentar esta experiencia al margen de la familia en la que estamos entroncados, de los nuestros. Ahora bien, qué hay cuando se entrega la vida sin sombra de futuro, cuando se cierra los ojos en el más absoluto de los fracasos. Dios no está ausente en esta experiencia. Cuando el desastre se escribe con mayúsculas y es definitivo todavía hay que guardarse una sonrisa para llevárnosla con nosotros, pues para Dios NADA hay que sea imposible. El que crea, que entregue su vida con confianza. Fuente: Catholic.net |
miércoles, 26 de enero de 2011
¿Ése... soy realmente yo? El Papa nos cuestiona acerca de nuestro perfil en Facebook
¿Ése... soy realmente yo? El Papa nos cuestiona acerca de nuestro perfil en Facebook Evangelizar por Internet no es forzosamente hablar de Dios, sino demostrar nuestro estilo cristiano de vivir en todo lo que publicamos en la Red Autor: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net | |
Queridos amigos y visitantes de Catholic.net: Me llamó mucho la atención, al leer ayer el mensaje del Papa para la 45 Jornada de las Comunicaciones Sociales, que esta vez el Santo Padre no se ha dirigido de manera exclusiva a periodistas, locutores, escritores y artistas, como ha sido siempre en estas jornadas, sino que nos ha hablado a todos los cristianos, tratándonos a todos como “comunicadores”. Me asombró, también, el profundo conocimiento que demuestra el Papa, como si lo viviera cada día, acerca del atractivo de las Redes sociales, de la comunicación con amistades virtuales, de la coherencia de nuestro ser y actuar con el perfil público que mostramos en la red, de la tentación que se pueden presentar de tener una vida paralela en un mundo inexistente. Me encantaría comentar cada uno de los párrafos de la carta, pero será mucho más interesante para ustedes leerla directamente, porque así podrán disfrutar de la riqueza y sencillez del lenguaje de Benedicto XVI. Para los que les gustan los resúmenes, destacaré solamente las ideas principales que trata el Papa en su mensaje: En fin, es una carta bien cortita y bien interesante que ningún católico deberíamos perdernos, pues está dirigida a cada uno de nosotros. La pueden leer completa aquí: http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/576/2525/articulo.php?id=49240 Estoy segura de que la disfrutarán. Que Dios los llene de bendiciones. Lucrecia Rego de Planas Dirección Catholic.net lplanas@catholic.net |
Mensaje para la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Mensaje para la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales | |||
Mensaje del Santo Padre bajo el tema: “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital | |||
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lunes, 17 de enero de 2011
Soló el amor redime y salva
El amor vivido, en cada momento de nuestra vida, purifica nuestra mirada, y empezamos ver las personas como ellas son y como Jesús las ve. Nuestras simpatías y antipatías no pueden determinar nuestro amor por las personas; por el contrario, en todas las circunstancias, debemos preguntarnos: “¿Como Jesús ve esta persona?
Dios es amor y su mandamiento es que nos amemos como Él nos ama. “El que ama a su hermano permanece en la luz y no hay en él causa de tropiezo” (I Jn 2,10).
Amar no es fácil, pero de nuestra parte necesitamos tomar una decisión de vivir el mandamiento del amor, que el Señor nos ha dado, en la seguridad de que la gracia del Alto está sobre nosotros.
¡Jesús en Vos confió!
Fuente: Canción Nueva.
¿Amor o deseo?
¿Por qué el amor a primera vista –o mejor dicho- el deseo a primera vista hace fracasar noviazgos y matrimonios?
Hay tres trampas para engañarse en el amor:
Creer que se aman cuando sólo se desean.
Creer que tienen mucho en común, cuando quizás apenas tienen nada.
Creer que están pensando, cuando en realidad están sintiendo.
Y las llamo trampas porque la trampa consiste en hacer creer que no son trampas, y por eso la persona se confía, baja la guardia y de pronto se encuentra atrapada irremediablemente.
¿Amor o deseo?
La primera trampa es confundir la pasión con el amor. Los novios que llegan al nudo del problema, ven que éste consiste en averiguar si realmente se aman o si principalmente se desean. En definitiva, el problema está en averiguar si mi novio o mi novia es así, es decir, bueno y considerado, y entonces lo seguirá siendo siempre; o si solamente está actuando, es decir, está tratando de quedar bien, e inconscientemente actúa, hace teatro. El amor exige muchas renuncias y sacrificios, y si la persona no es generosa de por sí, por hábitos, a la larga se hace muy difícil el ir contra lo que se es.
Hay una manera sencilla de averiguar lo que en realidad es una persona y no lo que parece ser: Si tu novio es comprensivo, considerado y responsable, lo será con todo el mundo, y no sólo contigo. Y lo mismo del novio se podría decir de la novia.
Si alguien sólo es respetuoso, considerado y servicial con determinadas personas y con otras no, definitivamente no es respetuoso, considerado y servicial: solamente "está actuando". Hay que observar cómo se comporta con aquellos de quienes no espera nada, cómo soporta y reacciona ante los roces y tensiones que conlleva toda convivencia. Allí está la clave para conocerlo como es, no como "parece ser".
Pero los novios sólo se juzgan el uno al otro por la forma como el otro lo trata. Y como la novia ve que él es bueno y considerado piensa que él es así. No le importa cómo es con los demás porque a ella no le afecta, y dice: "conmigo es diferente". Le podríamos contestar "por ahora".
El error es creer que con ella siempre va a seguir siendo diferente. El carácter acabará por imponerse. La belleza amansa a los hombres salvajes y dulcifica el carácter, pero una vez pasado el impacto o la "magia", el ser humano vuelve a ser lo que era.
A los seres humanos se les conoce en los momentos de tensión, de crisis, de fracaso, de frustración. Dice Saint-Exupery: que el hombre se mide a sí mismo con el obstáculo.
"El matrimonio es la situación existencial que más felicidad puede proporcionar a la mayoría de los seres humanos". Por eso todo el mundo se quiere casar, pues el matrimonio es una estructura creada por el amor total para expresarse y perpetuarse.
Creen que son afines cuando sólo les gusta estar juntos.
Esta es la segunda trampa que puede tenderles a los novios la atracción física. El matrimonio no es contemplación del otro, es convivencia. Es necesario que el amor que se tienen sea también amor de amistad. Han de compartir intereses y valores. Cuando los esposos no son amigos, el matrimonio acaba por morir por aburrimiento o por desangrado (porque es difícil vivir permanentemente frustrado). Estas tensiones son fuertes también cuando son de diferente religión, o cuando los dos son de la misma fe pero uno practica y el otro no.
Creer que están pensando, cuando sólo están sintiendo
Esta es la tercera trampa. Creen que piensan cuando sólo racionalizan su deseo. En el pensar se consideran todas las razones en pro y en contra; en el sentir se piensan sólo las razones dictadas por el deseo, aquellas que lo justifican. Las razones en contra no se piensan, y si se piensan, no impresionan, o sólo se piensa en refutarlas. Es típico el caso del caso en que le dicen a la muchacha, "ese joven no te conviene porque es flojo, o porque es borracho o mujeriego". Y ella razona: sí, pero mi amor lo va a cambiar. La realidad muestra que, a la larga, no lo cambia porque ya tiene hábitos formados.
Naturalmente, cuanto más vehemente sea la pasión o el deseo, mayor es la incapacidad de pensar objetivamente. Pocos deseos tienen la violencia e intensidad que tiene el deseo físico y sexual. Por eso cuando los novios están profundamente enamorados, están incapacitados para pensar. Se dice que el amor es ciego, de nuevo se está llamando amor al deseo. El amor verdadero, al contrario, es bien lúcido, porque el amor se funda en el conocimiento de la persona y por eso va creciendo con este conocimiento. En cambio el deseo, ni ve ni quiere ver, sólo ve aquello que quiere ver.
Los novios deben pensar cuando todavía son capaces de pensar, esto es, cuando aún no están enamorados. Al principio no piensan porque no se preocupan, porque no están enamorados. Por eso hay que pensar: "de quién me voy a enamorar".
Hay que ver cómo se hacen la mayor parte de los noviazgos: se gustan. Siguen saliendo y se siguen gustando cada vez más. Se hacen novios. Ahora no pueden pensar, sólo pueden sentir. Ya no razonan, ya sólo racionalizan. Se enamoraron sin haber averiguado antes si se debían enamorar. Una vez enamorados, aunque él sea Pedro el Malo, se van a casar de todos modos.
El único tiempo hábil que tienen los novios para pensar objetivamente si se convienen o no, es cuando todavía no se gustan, pero ven que pueden gustarse. "Es que mi caso es diferente", dirá alguna, y después le pasa lo mismo que a las demás y acaban en lo mismo. ¿Qué es lo que le hace pensar que su caso es diferente? Las ganas que tienen de creerlo. Todos los novios piensan que su amor es único.
Todos los sentimientos duran mientras se creen eternos. Por eso también el que ha recibido un desengaño amoroso cree que para él la vida ya no tiene aliciente. Algunos piensan en darse un tiro. Si esperan un poco se reirán de su estupidez.
Otras dicen: "Ya verán como yo lo cambio". Una vez que el varón cree que ya la tiene segura, volverá a lo que era. No se trata de un cambio táctico; el novio hace verdaderos esfuerzos y sacrificios, pero son los sacrificios que todo mundo hace para conseguir aquello que desea, pero que durará lo que dure el deseo. El error de la novia está en pensar que su influencia no va a disminuir.
Se repite el slogan: "Pero todo el mundo puede cambiar"... Si una persona ha cambiado tiene que haber cambiado con todos, y no sólo con la novia. Lamentablemente, no sabemos experimentar en cabeza ajena.
Se oye decir: "Lo quiero tanto que no me importa lo que en el futuro me pueda hacer". Cuando oigas los insultos y malas palabras, cuando llegue borracho, cuando veas la indiferencia con que te trata, cuando sientas que ya no le interesas, entonces es cuando debería no importarte. Pero cuanto más le ames, más te va a importar.
(Resumen elaborado por Rebeca Reynaud, basado en el libro de Juan L. Pedraz, S.J.: Tres trampas del noviazgo).
domingo, 16 de enero de 2011
Ama mientras hay tiempo
Me puse a reflexionar sobre la Palabra de Dios que está en Eclesiastés 3, 1-7, que nos dice que existe un tiempo para cada cosa:
“Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;…
un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse; un tiempo para buscar y un tiempo para perder, un tiempo para guardar y un tiempo para tirar; un tiempo para rasgar y un tiempo para coser, un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz”.
Dios nos regaló esta vida aquí en la tierra, que es una simple preparación para vivir la verdadera vida en el cielo, en la eternidad. Y para vivir esta vida aquí Dios nos da un tiempo, un momento que pasa volando.
Nadie sabe cuánto tiempo tiene sobre esta tierra, cuantos años sobre este mundo. Talvez Dios te regale unos 90 años, o talvez 80, 60, 50, quien sabe.
Jesús nos dice en su Palabra, nadie sabe el día y la hora de su venida y que debemos de estar preparados para no ser sorprendidos, y él no se refiere sólo a su segunda venida sino también a nuestra muerte. Porque ya dice muy sabiamente el fundador de mi comunidad Canción Nueva, el Monseñor Jonas Abib, que si Jesús no viene, nosotros iremos a él.
Por eso en este momento te hago la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo tienes sobre esta tierra? Esta pregunta nace de una música de un cantante católico brasileño, donde dice ¿Cuánto tiempo tienes? ¿Será que sabes? Y es aquí quiero entrar en lo siguiente: “Amar mientras hay tiempo”.
Es hora que te cuestiones sobre esto, sobre el enojo que tienes hacia una persona y hacé meses o talvez años que no le hablas, talvez esta persona es un amigo o amiga, tu hermano de comunidad, de congregacion o de sangre. Talvez sea tu propio papá o mamá. ¿Será que tendrás tiempo de amar a estas personas? No sabes si Jesús pronto les visitará o te visitará por eso es hora de perdonar, de reconciliarse, de dejar las heridas y ofensas atrás y de ir hasta estas personas que te hirieron o a quienes heriste…
¡Tienes que amar mientras hay tiempo! ¡Tienes que perdonar mientras hay tiempo! Porque mañana puede ser muy tarde! Como decia aquí en Paraguay un conocido conductor de TV : “En vida hermano, en vida” ¿De qué vale llorar después de muerto diciendo que le amas a la persona? ¿Porqué no lo haces ahora?
¡Ahora hay tiempo todavía!
Y si la persona ya partió entregale a Dios en un momento de oración tu arrepentimiento y decile que le dé a esta persona de tu parte un abrazo de amor.
¡Hermano ama mientras hay tiempo!
Luz Torres
Comunidad Canción Nueva
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