miércoles, 23 de marzo de 2011

Tres griegos y cuatro ingleses

Tres griegos y cuatro ingleses
La clase de amor que verdaderamente necesitamos es la de personas que se dan totalmente
Tres griegos y cuatro ingleses
Tres griegos y cuatro ingleses
Victoria estaba acostada en su cama, agotada después de un día intenso en la universidad. Apoyada boca abajo sobre sus brazos, recordaba todo el transcurso del día, mientras un mechón rizado de su pelo le caía por la cara, ocultando uno de sus claros y grandes ojos verdes. Las clases de matemáticas la habían desgastado más de lo normal. Pero la arquitectura le gustaba mucho y no podía echarse para atrás. ¡Gajes del oficio!

Para distraerse un poco, antes de empezar el estudio, sacó de su bolsa la cajita en donde guardaba sus cosas más personales e íntimas. Miró a uno y otro lado, como no queriendo que nadie la descubriese, y extrajo tres fotografías, en donde aparecía ella con un chico distinto en cada una.

Se puso sus audífonos y encendió su Ipod. Mientras, repasaba su mirada de uno a otro de los tres pretendientes. Victoria sonrió. Todos eran guapos y se divertía muchísimo con los tres; además, bailaban de maravilla, eran muy tiernos con ella y compartían carrera. Nunca había querido comprometerse con ninguno… por lo menos por el momento.

Metida en estos pensamientos, en su Ipod comenzó a sonar “All you need is love”, de los Beatles. ¡Cómo le gustaba esa canción! Reflejaba, según ella, lo que en realidad necesitamos todos: amar y ser amados. Y, de pronto, volvió la mirada a las tres fotografías y echó a andar la imaginación, tratando de proyectarse en un futuro con cada uno de ellos. All you need is…

Pedro era un chico simpático y amante de las fiestas. Estar a su lado era diversión asegurada. Victoria disfrutaba mucho su compañía. Su sonrisa amplia y su amabilidad – siempre la llamaba “mi reina” – lo hacían una persona sumamente atractiva. No podías no verlo y no ir a saludarle.

No obstante, a Victoria no le gustaban muchas cosas de Pedro. Sus bromas de mal gusto sobre las niñas; su superficialidad en afrontar las cosas, que hacía imposible poder mantener una conversación seria con él; sus continuos suspensos en la universidad; su tarjeta American Express Gold, que le permitía comprarse todo tipo de lujos, y que no tenía ninguna medida ni control de sí mismo; su fama de “Don Juan”, que, según las malas lenguas, se lo tenía ganado a pulso.

“Ay, no sé”- se dijo Victoria – “para pasar el rato, está bien, pero no puedo construir mi futuro con él. Definitivamente”.

Pasó la mirada a la siguiente foto. ¡Qué distinto era Óscar de Pedro! Casi todo lo contrario. Si Pedro era un superficial, con Óscar se podía mantener una buena charla, pero también cargada de una buena dosis de humor. Era muy sobrio en sus gastos – aunque también se las daba de despilfarrador a veces –; no aparentaba con su dinero. Era un chico aplicado. Que ella supiese, sólo había tenido alguna aventurilla con una niña, sin pasar a mayores; se sabía mantener a raya. Podía calificársele, en fin, como un chico digno de tenerlo en cuenta. Pero…

¡Ay, ese “pero” que todas las niñas suelen poner! Sí, había uno con Óscar: la órbita del sistema solar de su vida giraba en torno a sí mismo. Todas sus aspiraciones, todo su futuro tenían razón de ser únicamente cuando él se sentía bien y cuando él podía sacar partido de ello. ¿Un matrimonio así…?

“Es un buen amigo” – pensó Victoria – “y nada más. No podría pasar el resto de mis días con él; sería un continuo luchar”.

Por fin, tomó entre sus manos la última foto. Lanzó, sin querer, una carcajada. Ahí, mirándole a los ojos, estaba un Ignacio sonriendo y con el merengue de un pastel cubriéndole la cara. ¡Qué fiesta de cumpleaños aquella!

¿Quién era Ignacio? Victoria no podía negarlo: era el chico ideal para casarse. Alegre, pero serio cuando tenía que serlo. Centrado en sus obligaciones, pero cariñoso y cercano. No era muy deportista – por lo que su fama de popularidad entre las niñas decaía notablemente – pero tampoco huía del ejercicio ni de los momentos de esparcimiento. ¿Sus estudios? Salía adelante: no era el notable de la clase, pero sí se encontraba entre los diez primeros, y todo a base de luchas y muchas horas delante de los libros. Había tenido una novia, que él cortó por ser demasiado “ligth” y haberse tomado a la ligera su relación… Esto fue lo que él dijo, pero todo el mundo sabía que la muy desgraciada (con perdón) se había ido por ahí con otro.

Pero lo que más le impactaba a Victoria de Ignacio era su incondicional entrega a los demás. No había favor que le pidieras sin que te atendiera inmediatamente. Se desvivía por los demás, especialmente por sus amigos más cercanos y… por su familia.

Los ojos de Victoria se iluminaron: “¿Qué estás esperando, boba? Ya Ignacio te propuso salir a tomar un helado un día y tú le estás dando largas. No seas tonta… Éste es el chico; no hay otro. Puedes asegurar que te amará incondicionalmente y que se ocupará mejor que nadie por ti y tus hijos ¿Recuerdas cómo te miraba cuando estaban los dos en la preparatoria durante las clases de matemáticas, de geografía, de cultura griega?”.

Y de pronto, se acordó vagamente de algo que les explicó una vez el profesor sobre la palabra amor en griego: para medir la intensidad del amor, los griegos utilizaban una palabra distinta.

“¡Pero claro!” – se dijo enseguida Victoria. Incorporándose un poco en la cama, tomó las tres fotos y las fue catalogando según sus conocimientos humanistas:

- Pedro es eros, pues sólo está interesado en buscar su placer y la diversión, y nunca se responsabiliza por nada. Es el amor fácil, que huye de lo serio y del compromiso. Es el amor de los anticonceptivos, del “sexo seguro”, del besito va, besito viene… Es el naufragio del amor.

- Óscar es filia. Sí, es más responsable, pero aún busca una retribución al amor dado y, a fin de cuentas, sigue siendo egoísta. Te doy para que tú me des a cambio… Es incapaz de regalar algo desinteresadamente. Es la sobrevivencia, a duras penas, del amor.

- Ignacio, sin embargo, se identifica clarísimamente con ágape. Se da totalmente, buscando exclusivamente el interés del otro… recibiendo, de esta manera, también su retribución. Su sonrisa no es para destellarla en un espejo, sino para alegrar los ojos de los necesitados de ella. Su entrega es total, pero madura. Sabe los lugares y las circunstancias, no exento de sacrificios cuando se necesitan. Es la plenitud del amor.

Tres griegos. Tres chicos… y cuatro ingleses. Victoria estaba volviendo a escuchar All you need is love de los Beatles. Sí, efectivamente tienen razón. Pero la clase de amor que verdaderamente necesitamos es la de tipos como Ignacio, que construyen sobre roca y dándose totalmente. Una realidad hoy muy olvidada, ¿verdad, mi querido Lennon?

Guardó las tres fotografías en su cajita top secret, y sacó el celular. Con ilusión marcó un número telefónico, esperando la respuesta del otro lado.

- ¿Hola? ¡Ignacio! ¿Cómo estás? Yo muy bien, gracias a Dios. Oye, quería preguntarte… ¿en qué quedó tu promesa de invitarme a tomar un helado? ¿Te parece bien hoy por la tarde?

Autor: Juan Antonio Ruíz | Fuente: Catholic.net

La flor del amor

La flor del amor
El amor verdadero no es fácil: no valen unas palabras románticas y un puñado de promesas

Un período pasajero pero vital para todo joven. Años en los que caen en el jardín de tu juventud muchos entusiasmos, proyectos, anhelos y sueños. Y como fruto de esas semillas surge la flor del amor. ¡Qué bonito!

Parece fácil cultivar esa flor, pero si contemplas hoy el inmenso jardín del mundo, de nuestra sociedad humana, encontrarás muchas flores marchitas, truncadas, muertas. ¡Qué lástima! Hablo de matrimonios separados y, a veces, rotos. Amores que han fracasado. ¿Por qué?

Aunque parezca extraño, el amor verdadero no es fácil. No valen unas palabras románticas y un puñado de promesas. Sé prudente, no construyas sobre tierra movediza, sobre sentimientos y emociones. Hoy sí, mañana no...

Durante el noviazgo te juegas tu propio futuro. No puedes tomarte las cosas a la ligera. Si te falla el amor, puedes arruinar tu vida. Y hay casos, desgraciadamente. Por eso, deberías tomar el noviazgo y todo lo que le concierne con cierta seriedad, como una escuela de amor -así lo ha escrito alguno-. Durante este tiempo te aconsejo que aprendas a amar, a dedicarte al otro u otra a costa de los mil y un sacrificios que esto comporte.

No te conformes con el amor barato. Ese amor es una estafa y tarde o temprano, te llevarás un gran chasco. Será difícil quitarte luego el mal sabor de boca y de alma. Experimentarás el vacío y la insatisfacción. Por favor, no cometas el error de reducir el amor al plano meramente físico. El amor es mucho más rico. Comprende sentimientos, emociones, inteligencia y voluntad. Un amor que abarca toda tu persona, no sólo tu cuerpo.

Si te quedas sólo con los sentimientos, te deseo una buena aventura, pues volarás como las hojas a merced del viento desde la cima de una preciosa montaña hasta el charco más sucio y frío.

Te doy algunos consejillos. Trata de conocer a quien amas. Este paso requiere tiempo. Si vas demasiado rápido te vas a estrellar. Cuando menos te lo esperes te chocarás con un árbol, con alguna sorpresa ingrata y a ver si sales ileso.

El segundo paso es para gigantes del amor. Para auténticos enamorados. Aceptarse y donarse al otro. No corras el riesgo de fundar tu amor, por ello, en la arena de los sentimientos y emociones. Pon en juego también tu inteligencia para conocer al otro y tu voluntad para donarte a él, pase lo que pase. Si construyes sobre arena, tu amor no resistirá ni un minúsculo y raquítico vientecillo, ni mucho menos, un huracán. )Y quién te dice que no vendrán?

No olvides que en esto te juegas tu felicidad. Que tu matrimonio no sea un sueño, una historia de amor entre el príncipe y la doncella más guapa del mundo. Pon los pies sobre la tierra no sea que te duela mucho la caída. Hay que conocer a fondo al otro para asegurar así la futura armonía, el éxito. Y un medio eficacísimo es el diálogo maduro.

La clave es vivir el noviazgo con los ojos puestos en el futuro, la familia, los hijos...

Fuente: Catholic.net

Enamoramiento vs. Amor

Enamoramiento vs. Amor
Hay que procurar no dejar las cosas del amor en manos exclusivamente del corazón
Enamoramiento vs. Amor
Enamoramiento vs. Amor
De entrada, lo que más nos llama la atención de alguien es el aspecto físico. De repente, conocemos a una persona que «nos gusta». No es sólo su menor o mayor belleza física; es algo más, difícil de precisar. Los gestos, la forma de hablar, de moverse, nos resultan especialmente atractivos. Más tarde, su forma de comportarse, la relación que se va poco a poco estableciendo con esa persona, tienen algo de sugestivo, en especial, que nos va cautivando sin damos cuenta.

Aunque no siempre, se produce un «amor a primera vista», un «flechazo»

En otras ocasiones, esa persona puede resultamos poco interesante de entrada, incluso resultarnos desagradable o pretenciosa. Sin embargo, según la vamos conociendo más, cambiamos la opinión que en un principio nos habíamos forjado sobre ella, volviéndonos cada vez más receptivos.

La intuición

En estos procesos la intuición juega un gran papel. No cabe duda de que todos vamos acumulando, sin damos cuenta, una serie de experiencias y conocimientos que dan lugar a ciertas asociaciones inconscientes. Es lo que algunos han llamado «memoria experiencial».

Cuando, por ejemplo, entramos en una habitación que nos es familiar y la notamos distinta, extraña, buscamos el motivo hasta que al final identificamos que algo falta o está cambiado de sitio. El aviso inconsciente es anterior a la explicación racional, porque sin darnos cuenta hemos ido grabando en nuestra memoria la distribución, colores, etc., de ese cuarto.

Igualmente, cuando vemos a una persona y nos «cae mal» sin que sepamos decir por qué, se están poniendo en marcha procesos inconscientes de este tipo. Probablemente hayamos tenido experiencias anteriores por las que identificamos ciertos gestos o comportamientos con formas de ser que nos desagradan, sin que encontremos una explicación racional que lo justifique.

Lo contrario sucede cuando una persona nos atrae. Intuimos que con ella nos podríamos compenetrar y sentimos bien en su compañía. Pero muchas veces nos equivocamos, esta intuición falla.

Esto es particularmente frecuente cuando nuestra situación afectiva es propensa al enamoramiento. Entonces podemos proyectar nuestros deseos en casi cualquier persona en la que hallemos cierta sintonía. Como decía André Maurois, en ciertos períodos de la vida estamos débiles afectivamente y, como la persona que está baja de defensas, estamos a merced de cualquier virus que pasa a nuestro alrededor, podemos enamoramos de cualquiera.

La voluntad

Tras esta primera fase de atracción física y psíquica se comienza a considerar la posibilidad de que también nosotros le hayamos gustado. Por eso es más fácil enamorar, si esto se pone de manifiesto, de forma más o menos entrevelada. Es el juego de la coquetería en sus diversas manifestaciones.

Después viene el momento más peligroso, cuando consideramos la posibilidad de enamorarnos. En este punto actúa la voluntad. Si dejamos esta puerta abierta ya estamos perdidos. El amor se nos cuela sin darnos cuenta, y cuando queramos reaccionar estamos atrapados.

Se van configurando una serie de procesos que nos alejan de la realidad hasta llegar a un estado, en palabras de Ortega y Gasset, de «imbecilidad transitoria».

Por un proceso denominado «catatimia» percibimos de otro modo todo lo referente a esa persona. Nuestra afectividad deforma estas percepciones acercándolas a nuestros deseos: la vemos más guapa, más interesante, más inteligente, etc., aunque los demás no estén de acuerdo con nosotros. Por eso se dice que el amor es ciego. Además se produce una «proyección atributiva inconsciente», fenómeno que consiste esencialmente en completar, sin darse cuenta, los aspectos desconocidos de la persona objeto de amor con los atributos que el enamorado desea, por lo que ésta queda idealizada.

Pensar en ti

El enamoramiento es una pasión y, como tal, organiza la personalidad con el único fin de obtener el objeto que la nutre, el ser amado. Los enamorados se ven arrastrados y dominados por él. No pueden dejar de pensar en esa persona ni concentrarse en otra cosa, aunque lo intenten. Se cambia de forma de pensar. Si hace falta, todo se justifica, el corazón anula la razón, todo vale si es para poder estar con esa persona, no se soporta su ausencia, se quiere poseer a toda costa, y de ahí la expresión «te comería».

Naturalmente, hay personas más o menos apasionadas, por lo que estas transformaciones son en algunos casos mucho menos intensas que en otros, pero en todos los casos los aspectos afectivos se imponen a los racionales.

Después, cuando la intensidad del enamoramiento va cediendo, comienzan a surgir poco a poco algunas dificultades, dudas y problemas. ¿Será capaz de queremos tal como nosotros la queremos?, ¿merece realmente la pena? Amar y enamorarse son cosas bien distintas.

El amor es un sentimiento de estimación ajena, del que nos sentimos autores, que se prolonga en el tiempo con relativa independencia de las circunstancias extremas, dependiendo de la voluntad y capacidad personal para nutrirlo.

En el amor no hay voluntad de posesión como en el enamoramiento, sino deseos de dar y compartir. Deseos que se proyectan ampliamente en el tiempo, dentro de un proyecto común con la persona amada. Es un sentimiento que cambia el rencor por perdón, los celos por confianza plena, la rivalidad por colaboración, la intolerancia por comprensión, el egoísmo por generosidad.

Fuente: Catholic.net

¿Obsesionados con Facebook?

¿Obsesionados con Facebook?
Algunos datos interesantes que debes tomar en cuenta
¿Obsesionados con Facebook?
¿Obsesionados con Facebook?

¿Una dependencia hacia Facebook? Con datos concretos, a esto da respuesta el siguiente video que, por ahora, sólo está en inglés. Más abajo pongo unos datos en castellano (tomados de la página personal de Antonio González).



Algunos datos sobre Facebook que han aparecido en este vídeo:

The World Is Obsessed With Facebook from Alex Trimpe on Vimeo.


- 1 de cada 13 personas tiene facebook: 500 millones (aquí precido que ya son más de 600 millones).
- la mitad de los que tienen de 18 a 34 años lo ven nada más levantarse
- en USA el 72% de los que usan internet está en facebook
- el 57% de la gente habla más por Facebook que en su vida real
- la mitad de los jóvenes se enteran de las noticias por Facebook
- 750 millones de fotos se subieron a Facebook en año nuevo 2011
- en 20 minutos se suben 2 millones de fotos a facebook y hay 10 millones de comentarios


Y ahora sí, la pregunta que cada uno puede responderse a sí mismo:

¿estoy obsesionado con Facebook? Sería triste que nos acerque a nuestros lejanos y nos aleje de nuestros cercanos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Cristianos en las redes sociales

Cristianos en las redes sociales
En la perspectiva cristiana hay que tener presente que “la Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversa
Cristianos en las redes sociales
Cristianos en las redes sociales
Las nuevas tecnologías, “si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano”. Así lo afirma Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011 (“Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”, 6-I-2011).

Como se puso de relieve en la presentación del documento, éste vincula tres cuestiones importantes en la vida actual: la comunicación digital, la propia imagen y la coherencia de vida. En una aproximación primeramente positiva, apoyada en el análisis sociológico correspondiente, el texto refleja las enseñanzas del Papa acerca de la identidad cristiana, edificada sobre la verdad y el amor, y sus consecuencias en el terreno de la comunicación actual globalizada.

Las redes sociales en Internet (sobre todo Facebook, con más de 500 millones de usuarios) presentan aspectos positivos y límites. Ante todo son una posibilidad de “diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas”. Pero también pueden desembocar en “una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia”.

En consecuencia –subraya el texto–, sobre todo en el caso de los jóvenes, es importante “plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser”. Y es que “el anhelo de compartir, de establecer ‘amistades’, implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio ‘perfil’ público”.

Uno comunica lo que es, lo sepa o no, lo quiera o no. “Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales”. De ahí que se apueste “por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro”. Esto el cristiano lo vive no sólo al comunicar contenidos religiosos-piadosos, sino ante todo al “dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él”.

Por consiguiente se precisa la atención a los aspectos del mensaje cristiano “que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red”. Primero, la verdad: “El valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la ‘popularidad’ o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento” (todo ello supone el rechazo a una cierta superficialidad y vulgaridad, hoy en boga).

En segundo lugar, el Evangelio pide una respuesta libre y encarnada “en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana” (no debe prestarse más atención y tiempo al ordenador que a las personas mismas).

Concluyendo, se invita a “unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible”. Esta red es parte de nuestra vida y cultura, y en ella cabe “la proclamación de la fe, con cercanía y diálogo, respeto y comprensión”. Al mismo tiempo, en la perspectiva cristiana hay que tener presente que “la Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales”.

En las redes sociales los cristianos pueden ayudar “a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas”. La condición para todo ello es comunicarse con integridad y honradez. También en la comunicación se cumple que la coherencia personal de vida con el Evangelio es en sí misma una forma de anuncio que determina la credibilidad del mensaje.

Ramiro Pellitero
Profesor de Teología Pastoral en la Universidad de Navarra.
Subdirector del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra.



sábado, 12 de febrero de 2011

Amistad: Lanzarse por una amistad verdadera

La amistad verdadera nos lleva a querer lo mejor para el amigo. De entre los 3 tipos de amistad que nos presenta Aristóteles, el tercer tipo nos describe la verdadera amistad; la que encuentra su razón de ser en la virtud y en la bondad del otro, la que n



Una de las escenas más hermosas de toda la Biblia se encuentra al final del Evangelio de san Juan. Es de mañana y el sol está apenas saliendo. Pedro y los otros cinco apóstoles están cansados de haber pasado toda la noche intentando pescar sin haber obtenido nada como fruto de sus esfuerzos. De repente escuchan un grito que viene de la orilla: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Nos es familiar lo que pasará después: la pesca milagrosa. Pero el momento más cautivador lo vemos en la reacción de Pedro, cuando se lanza de la barca. Juan dice solo tres palabras, “¡Es el Señor!”, y le bastan a Pedro para tirarse al agua. Si tuviésemos una foto de aquel momento, de Pedro en pleno vuelo, nos diría mil palabras; palabras sobre todo de la amistad que le motivó a lanzarse; de la amistad que comparten Jesucristo y Pedro. Pero, ¿qué es la verdadera amistad, cómo se forma y qué importancia tiene para mí?

De entre todas las virtudes humanas que hay, pocas nos atraen tanto como la amistad. Aristóteles distingue tres tipos de amistad en la “Ética Nicomaquea.” La primera se trata de la amistad de utilidad: es bueno para mí tener esta relación, me es útil y puedo sacarle provecho. Esto es lo que esperaríamos de las relaciones entre empresarios; nos asociamos porque nos ayuda para ganar dinero o una mejor posición social. El segundo tipo tiene como base el placer: me gusta estar con el otro porque es divertido y me hace sentir bien. El tercero se trata de la verdadera amistad. Esta amistad encuentra su razón de ser en la virtud y bondad del otro. Como amigos compartimos el deseo de vivir una vida virtuosa, los altos ideales.

Sin embargo, me atrevo decir que a Aristóteles le falta algo... Es verdad que las amistades uno y dos no son verdaderas. Una amistad no es una inversión prudencial: no es que invierto mi tiempo con una persona porque preveo beneficios futuros, ni tengo un amigo solo porque me hace sentir feliz. Esto sería usarlo, tratarlo como medio de la propia felicidad y, a fin de cuentas, sería buscarse uno mismo. C.S. Lewis lo expresa así:

“La amistad no es una recompensa por nuestra capacidad de elegir y por nuestro buen gusto de encontrarnos unos a otros, es el instrumento mediante el cual Dios revela a cada uno las bellezas de todos los demás, que no son mayores que las bellezas de miles de otros hombres; por medio de la amistad Dios nos abre los ojos ante ellas. Como todas las bellezas, éstas proceden de él, y luego en una buena amistad, las acrecienta por medio de la amistad misma, de modo que éste es su instrumento tanto para crear una amistad como para hacer que se manifieste.”

No le echo la culpa a Aristóteles pues nunca escuchó aquellas palabras reveladoras de Jesucristo: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15, 12-13). Así, Jesucristo nos revela un aspecto más profundo: la donación de sí, termómetro fiel de la verdadera amistad. Probablemente no se nos presentará en esta vida la oportunidad de dar la propia por un amigo, pero la vida cotidiana sí nos presenta mil oportunidades para darnos a los demás en las cosas pequeñas y momentos difíciles. Aunque sepamos valorar al amigo, sus cualidades y talentos, la verdadera amistad nos llevará a valorar también sus luchas y aceptar sus deficiencias. Por eso, la amistad verdadera es realista y leal. Ser amigo en los momentos difíciles quiere decir olvidarse y donarse. Esta amistad la expresó perfectamente J.R. Tolkien cuando nos escribe sobre la amistad incondicional entre Sam y Frodo:

“Sam lo miraba. Las primeras luces del día se filtraban apenas a través de las sombras, bajo los árboles, pero Sam veía claramente el rostro de su amigo, y también las manos en reposo, apoyadas en el suelo a ambos lados del cuerpo. De pronto le volvió la mente la imagen de Frodo, acostado y dormido en la casa de Elrond, después de la terrible herida. En ese entonces, mientras lo velaba, Sam había observado que por momentos una luz muy tenue perecía iluminarlo interiormente; ahora la luz brillaba, más clara y más poderosa. El semblante de Frodo era apacible, las huellas de miedo y la inquietud se habían desvanecido; y sin embargo recordaba el rostro de un anciano, un rostro viejo y hermoso, como si el cincel de los años revelase ahora toda una red de finísimas arrugas que antes estuvieran ocultas, aunque sin alterar la fisonomía. Sam Gamyi, claro está, no expresaba de esa manera sus pensamientos. Sacudió la cabeza, como si descubriera que las palabras eran inútiles y luego murmuró: ‘Lo quiero mucho. Él es así, y a veces, por alguna razón, la luz se transparenta. Pero se transparente o no, yo lo quiero”.

Quizá sólo es en los momentos difíciles que la verdadera amistad se forja y se aprecia por lo que es: “Un amigo fiel es un escudo poderoso, el que lo encuentra halla un tesoro. Un amigo fiel no se paga con nada, no hay precio para él” (Sirácide 6, 14). Y es así, al final, hallamos lo que motivó a Pedro a lanzarse al mar con el sólo hablar de Cristo. Qué hombre de avanzada edad hace esto con sólo escuchar a otro si no es porque le ama, si no es porque es su amigo.

Fuente: Catholic.net

jueves, 10 de febrero de 2011

MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA DE LAS VOCACIONE

MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA DE LAS VOCACIONES

Sobre el tema: “Promover las vocaciones en la Iglesia local”

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Vocaciones, que se celebrará el domingo 15 de mayo. El Mensaje ha sido hecho público hoy por la Santa Sede.
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Queridos hermanos y hermanas
La XLVIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebrará el 15 de mayo de 2011, cuarto Domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Proponer las vocaciones en la Iglesia local. Hace setenta años, el Venerable Pío XII instituyó la Obra Pontificia para las Vocaciones Sacerdotales. A continuación, animadas por sacerdotes y laicos, obras semejantes fueron fundadas por Obispos en muchas diócesis como respuesta a la invitación del Buen Pastor, quien, “al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor”, y dijo: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38).
El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. El modo en el que Jesús llamó a sus más estrechos colaboradores para anunciar el Reino de Dios ha de ser objeto particular de nuestra atención (cf. Lc 10,9). En primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12), en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre. Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al “Señor de la mies” tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales.
El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores, entregados al trabajo a orillas del lago de Galilea: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mt 4, 19). Les mostró su misión mesiánica con numerosos “signos” que indicaban su amor a los hombres y el don de la misericordia del Padre; los educó con la palabra y con la vida, para que estuviesen dispuestos a ser los continuadores de su obra de salvación; finalmente, “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre” (Jn 13,1), les confió el memorial de su muerte y resurrección y, antes de ser elevado al cielo, los envió a todo el mundo con el mandato: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt 28,19).
La propuesta que Jesús hace a quienes dice “¡Sígueme!” es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a Dios y a la difusión de su Reino según la ley del Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24); los invita a salir de la propria voluntad cerrada en sí misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta disponibilidad total a Dios (cf. Mt 12, 49-50), y que llega a ser el rasgo distintivo de la comunidad de Jesús: “La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros” (Jn 13, 35).
También hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya. Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas competentes. El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida, para compartir su misión y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia “está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales” (JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 41). Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por “otras voces” y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones. Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al decir “sí” a Dios y a la Iglesia. Yo mismo los aliento, como he hecho con aquellos que se decidieron ya a entrar en el Seminario, a quienes escribí: “Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera” (Carta a los Seminaristas, 18 octubre 2010).
Conviene que cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, educando en los diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, principalmente a los muchachos, a las muchachas y a los jóvenes -como hizo Jesús con los discípulos- para que madure en ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante una creciente familiaridad con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con los otros, porque sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones. “Proponer las vocaciones en la Iglesia local”, significa tener la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida.
Me dirijo particularmente a vosotros, queridos Hermanos en el Episcopado. Para dar continuidad y difusión a vuestra misión de salvación en Cristo, es importante incrementar cuanto sea posible “las vocaciones sacerdotales y religiosas, poniendo interés especial en las vocaciones misioneras” (Decr. Christus Dominus, 15). El Señor necesita vuestra colaboración para que sus llamadas puedan llegar a los corazones de quienes ha escogido. Tened cuidado en la elección de los agentes pastorales para el Centro Diocesano de Vocaciones, instrumento precioso de promoción y organización de la pastoral vocacional y de la oración que la sostiene y que garantiza su eficacia. Además, quisiera recordaros, queridos Hermanos Obispos, la solicitud de la Iglesia universal por una equilibrada distribución de los sacerdotes en el mundo. Vuestra disponibilidad hacia las diócesis con escasez de vocaciones es una bendición de Dios para vuestras comunidades y para los fieles es testimonio de un servicio sacerdotal que se abre generosamente a las necesidades de toda la Iglesia.
El Concilio Vaticano II ha recordado explícitamente que “el deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo, con una vida totalmente cristiana” (Decr. Optatam totius, 2). Por tanto, deseo dirigir un fraterno y especial saludo y aliento, a cuantos colaboran de diversas maneras en las parroquias con los sacerdotes. En particular, me dirijo a quienes pueden ofrecer su propia contribución a la pastoral de las vocaciones: sacerdotes, familias, catequistas, animadores. A los sacerdotes les recomiendo que sean capaces de dar testimonio de comunión con el Obispo y con los demás hermanos, para garantizar el humus vital a los nuevos brotes de vocaciones sacerdotales. Que las familias estén “animadas de espíritu de fe, de caridad y de piedad” (ibid), capaces de ayudar a los hijos e hijas a acoger con generosidad la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada. Los catequistas y los animadores de las asociaciones católicas y de los movimientos eclesiales, convencidos de su misión educativa, procuren “cultivar a los adolescentes que se les han confiado, de forma que éstos puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina” (ibid).
Queridos hermanos y hermanas, vuestro esfuerzo en la promoción y cuidado de las vocaciones adquiere plenitud de sentido y de eficacia pastoral cuando se realiza en la unidad de la Iglesia y va dirigido al servicio de la comunión. Por eso, cada momento de la vida de la comunidad eclesial –catequesis, encuentros de formación, oración litúrgica, peregrinaciones a los santuarios- es una preciosa oportunidad para suscitar en el Pueblo de Dios, particularmente entre los más pequeños y en los jóvenes, el sentido de pertenencia a la Iglesia y la responsabilidad de la respuesta a la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, llevada a cabo con elección libre y consciente.
La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local. Invocamos con confianza e insistencia la ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir “sí” al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies. Con este deseo, imparto a todos de corazón mi Bendición Apostólica.
Vaticano, 15 noviembre 2010
BENEDICTUS PP. XVI

miércoles, 9 de febrero de 2011

IPHONE EN CONFESIÓN

Hoy en la mañana en la página de RPP noticias vi una noticia, que me llamo mucho la atención, por el siguiente titulo:
"Ahora puede confesarse a traves de su Iphone o Ipad ... Aplicación 'Confession: A Roman App' permite al católico moderno confesarse sin necesidad de un sacerdote. Sacramento virtual cuesta US$1.99...."
En donde se menciona que
Confession: A Roman App” posibilita que el cura ya no sea necesario para entablar una comunicación directamente con Dios".
Lo cual es mentira, ya que el fin del proovedor de dicha aplicación,como lo dice en su página, es ENCAMINAR a los católicos a prepararse y PARTICIPAR en el sacramento de la confesión" no REEMPLAZAR al sacramento.
El padre Lombardi en un artículo aclara el uso del iphone en la confesión:

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El programa Confessionpara iPhone y otras nuevas tecnologías similares pueden ayudar a realizar el examen de conciencia, pero nunca podrían sustituir el diálogo personal entre el penitente y el sacerdote, o no habría sacramento.

Así lo explicó el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, ante las dudas manifestadas por algunos periodistas que cubren la información vaticana, sobre el imprimaturconcedido a la aplicación Confession para iPhone, tal y como informó ZENIT (verwww.zenit.org/article-38143?l=spanish).

Ante algunas informaciones que sugerían que se trataba de confesiones “a través” de iPhone, el padre Lombardi aclaró que “es esencial comprender bien que el Sacramento de la Penitencia requiere necesariamente la relación de diálogo personal entre penitente y confesor, así como la absolución por parte del confesor presente”.

“Esto no puede ser sustituido por ninguna aplicación informática”, y por tanto “no se puede hablar de ninguna forma de 'Confesión por iPhone'”, explicó.

Pero, añadió, en un mundo en el que muchas personas utilizan soportes informáticos para leer y reflexionar (e incluso textos para rezar), no se puede excluir que alguno reflexione en preparación a la Confesión ayudándose con instrumentos digitales, como se hacía en el pasado con textos y preguntas escritas en papel, que ayudaban a examinar la propia conciencia”.

En este caso, puntualizó, se trataría de un subsidio pastoral digital que “podría ser útil, aun sabiendo que no es en absoluto un sustituto del Sacramento”.

Además, finalizó, “siempre que tenga una verdadera utilidad pastoral, y que no se trate de un negocio alimentado por una realidad religiosa y espiritual importante como un Sacramento”.

El programa, “Confesión: una Aplicación Católica Romana”, fue desarrollado por la compañía Little iApps, y recibió hace pocos días el imprimatur de manos de monseñor Rhodes, obispo de Fort Wayne-Southbend (Estados Unidos).

Según explicó en su momento a ZENIT Patrick Leinen, desarrollador y cofundador de Little iApps, este programa, en cuya creación han colaborado Thomas Weinandy, director ejecutivo del Secretariado para la Doctrina y Prácticas Pastorales de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, y Dan Scheidt, pastor de la iglesia católica Reina de la Paz en Mishawaka, Indiana, está diseñado para la preparación de la confesión.

La aplicación ofrece el examen de conciencia, una guía paso a paso del sacramento, acto de contrición y otras oraciones.

No es el primer programa de estas características, pues existen también “Mea Culpa – Examen de Conciencia para los católicos” y “iConfess- Manual y guía de la confesión”, que fueron creados para el mismo uso en dispositivos como el iPhone, pero sí el primero en recibir elimprimatur de parte de un obispo.


Todo esto me hace reflexionar que hay que saber contrastar la información ya que hasta de la prensa más objetiva, como muchos pensamos que era RPP, se pueden equivocar.

El enamoramiento necesita de duelo

El enamoramiento necesita de duelo
El amor verdadero acepta a la persona tal y como es, con todos sus defectos y con todas sus virtudes
Escuché decir en una reunión de amigos que así como todo en esta vida se pasa, el amor también. Autores han dedicado poemas, canciones y libros enteros a describir ejemplos y nos han llenado de sentimientos diversos, sin embargo pocos sabemos realmente si esto será verdadero. El solo hecho de pensar que el fuego del amor, como muchos lo conocemos, se pasa… nos da escalofríos.


¿Qué es lo que nos emociona?

Comencemos con un ejemplo, Andrea conoce a Diego en una cita a ciegas que resultó un éxito. Diego quedó prendido de Andrea y comienza el proceso de conquista. Llamadas, correos, mensajes, salidas y pronto se encuentran saliendo todos los días. Existe una enorme necesidad de estar juntos, los dos se sienten en las nubes, todo es perfecto. Ahora ya son novios, son todo lo que soñaron el uno para el otro, no hay otra persona mejor.

En esencia todas las emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la vida. La raíz de la palabra emoción es motere, el verbo latino “mover” además del prefijo “e” que implica “alejarse” lo que sugiere que en toda emoción hay implícita una tendencia a actuar. Cada emoción nos hace reaccionar de diferente manera biológicamente. Por eso cada vez que vemos a la persona que queremos o deseamos se desatan reacciones que no controlamos.

En el caso de la felicidad hay un aumento de la actividad del centro nervioso que inhibe sentimientos negativos y favorece la energía disponible. Fisiológicamente se produce una tranquilidad que ofrece un descanso general además de buena disposición y entusiasmo. Con el amor, los sentimientos de ternura y satisfacción sexual dan lugar a un despertar parasimpático, lo opuesto a lucha o huir, generando un estado de calma y satisfacción facilitando la cooperación.

Con esto podemos ver que el amor tiene un impacto en nuestro cuerpo, físicamente suceden cosas en las que no tenemos control. Como estas reacciones son biológicas entonces por ende son variables no permanentes, así comprobamos lo que se dice, que el amor se acaba. Claro pero el amor físico, imaginémonos que viviéramos en ese éxtasis todo el tiempo, no sería natural. Pero qué pasa con el amor a la persona, ese que no se puede describir con palabras.


Termina el enamoramiento, comienza el amor

Como se ha de suponer en nuestro ejemplo, Diego y Andrea llevan ya meses de noviazgo y lo que antes a Andrea le parecía gracioso de Diego ahora es insoportable y Diego cada vez quiere estar más tiempo con sus amigos porque Andrea siempre lo está “presionando” o corrigiendo. Un día se ven y dicen, “¿qué pasa con nosotros?”, “estoy aburriéndome”, “ya no tengo necesidad de llamarle”. Cada uno siente que ya no está esa chispa que había antes. Sin embargo no se acabó el amor, de hecho apenas comienza. Lo que sucede es que terminó el enamoramiento.

Todo enamoramiento es transitorio, es una fase para pasar al amor real o verdadero, esto puede suceder durante el noviazgo o incluso después en el matrimonio. No se extingue sino que se transforma, sin embargo si cuando éste termina, la pareja no logra empatar ninguna de las expectativas de ambos debido a la diferencia tan marcada de lo que es real con lo imaginario, la relación llegaría a su fin. Esto es lo que sucede desgraciadamente en muchos matrimonios que sufren de divorcios porque “cuando éramos novios ella o él no era así.”


El duelo es parte natural en las relaciones

Lo primero que sucede en la pareja cuando termina el enamoramiento es una crisis y desilusión que permite la evolución y la manifestación de todo un potencial de maduración para cada uno de los integrantes y la pareja en su conjunto. Todas las parejas que no renuncien a la confrontación con la realidad, que mantengan un contacto con ella y una comunicación sincera, pasarán por este proceso tarde o temprano. Esto llega cuando se presenta la exigencia de realizar una relación concreta y de fundar un proyecto de vida en común.

La fase que sigue ofrece a la pareja una nueva forma de llevar la relación más dinámicamente. Este empujón a la realidad obliga a la pareja prestar más atención a otros objetos, no sólo a sí mismos. Se trata de un proceso de crisis que permite el volver a tomar un afecto al mundo externo partiendo de la supuesta inadecuación de la otra persona que parece no responder a todas las expectativas o deseos que se tienen.

Lo que sigue ahora es hacer un funeral de lo idealizado, en este caso el novio o novia, y simultáneamente enterrar esta imagen completamente. En este momento se rompe con toda la realidad psíquica vivida con la persona. Este sacrificio de lo imaginario es tan doloroso en cuanto a cuántas proyecciones se hayan hecho de la persona. Para poder reconocer ahora las imperfecciones y comenzar el duelo se requiere de mucha energía. Se trata de descubrir sentimientos que ahora son ambivalentes y muchas veces presentados como odio, sin embargo con la suficiente recompensa grata al final como para no rechazarlo.

Reconocer a la pareja como persona total significa reconocerlo como individuo que tiene una vida propia y relaciones con otras personas, pudiendo experimentar con esto una cierta depresión y angustia. Esta fase es crítica para la maduración de la relación, no es nada cómoda y lleva a la tentación de emprender la fuga a través de diversas estrategias.

Cuando se elabora el duelo de manera favorable el proceso avanza gradualmente permitiendo a la pareja reencontrar su propia capacidad de juicio y crítica para aproximar entonces en una nueva etapa a la persona con la realidad. Todo esto mejora considerablemente la comunicación de la pareja y el funcionamiento de la relación.


El sentido real del amor

Así culmina entonces la etapa de duelo y comienza el amor verdadero. Es el amor que acepta a la persona tal y como es, con todos sus defectos y con todas sus virtudes. Que está para perfeccionar a la otra persona y sacar de ella lo mejor de sí misma.


Fuente: Catholic.net

viernes, 4 de febrero de 2011

Secarse las lágrimas del pasado

Convertirlas en agradecimiento, y seguir caminando con esperanza, hay que guardarse una sonrisa pues para Dios nada hay imposible.
Secarse las lágrimas del pasado
Hay una canción preciosa de Juan Manuel Serrat que habla de una experiencia creo que común a toda persona con un poco de sensibilidad: la de la añoranza de los tiempos pasados, que de repente irrumpen en nuestra vida enganchados en pequeños detalles insignificantes, ante los cuales pasamos todos los días sin que nos digan nada, pero que un día, sin saber cómo ni porqué, son capaces de hacernos volver al pasado por unos instante y revivir unos momentos dulces que nunca volverán. Me permito el lujo de copiar algunos de esas estrofas tan simples como profundas y cargadas de vida:

“Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia,
pero su tren vendió boleto de ida vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas,
En un rincón, en un papel o en un cajón.
Son las que nos hacen llorar cuando nadie nos ve”.


¿Quien no ha sucumbido alguna vez ante un inesperado aroma que nos transporta a lo olores de nuestra niñez y juventud? ¿Quién no se ha emocionado alguna vez ante la letra o la música de una vieja canción que automáticamente nos hace pensar en los tiempos en los que no era tan vieja y a los momentos intensos bañados por ella? ¿O quien no se ha sorprendido abriendo una vieja caja de cartón o un viejo baúl, ante cien formas distintas de recuerdos prendidos en trozos de papel o de tela, en viejos juguetes, fotos o prendas de personas ya desaparecidas...?

Esta experiencia está cargada a la vez de una doble sensación: por una lado la recuperación agradable y placentera de un pasado, de unos momentos felices generalmente ligados a nuestra niñez o adolescencia, el agradecimiento por aquellos momentos y la constatación de que el tiempo transcurrido nos une a ellos.

No cabe la menor duda de que en un principio este suspiro del corazón pinta una leve sonrisa en nuestros labios, pero una sonrisa que es rápidamente apagada por la segunda y terrible experiencia, la de constatar que esos tiempos felices del pasado nunca volverán, la de caer en la cuenta de lo dramática y cruel que es la vida, que como un río incapaz de volver sobre su curso y abocado inexorablemente a morir en el mar del olvido, transcurre sin vuelta atrás.

Por un momento nos cautivó, nos dejó jugar de nuevo a ser niños, cerrar los ojos y viajar en el tiempo disfrutando del paisaje. Pero cuando los ojos se vuelven a abrir la realidad nos golpea con una agresividad brutal, pues ese viaje es sólo un espejismo que nos deja con lágrimas en los ojos y con el corazón lleno de melancolía.

He de confesar que durante mucho tiempo me hice el hombre duro y fuerte, incluso me atreví a dar consejo a aquel que sufría esta experiencia. Por mi trabajo me he visto abocado muchas veces a acompañar los momentos emocionalmente más intensos de la vida de las personas: el amanecer de una vida, el amor, la experiencia del dolor y de la muerte... Sólo cuando quedé al margen de esa “profesión” aparecieron en mi vida esos viejos fantasmas, caí en la cuenta de que el viejo Moisés también estaba en el desierto y de que él, al igual que su pueblo, también añoraba las cebollas de Egipto; tal vez no lo aparentara ni lo dijera, salvo en lo secreto de su oración, cuando a solas clamaba a Yahvé en lo alto de la montaña, sin dar pie a que su pueblo tuviera ni la más mínima sombra de sospecha de que su líder y jefe espiritual también suspiraba por el pasado como ellos. ¿Qué clase de líder sería? ¿Quién podría confiar en él?

Frente a esta experiencia también cabe dos opciones distintas que parecen claras: una sería la de tratar de volver atrás en el tiempo y si no es posible revivirlo, al menos intentar recuperar sus recuerdos creando otros nuevos lo más parecidos posibles. Sería algo así como dejar de caminar, buscar en el desierto el oasis o el paisaje que más recuerde a Egipto e instalarse en él para rehacer la vida.

La otra alternativa requiere algo de más fe, pues supone saber secarse las lágrimas del pasado, es más, convertirlas en lágrimas de agradecimiento, y seguir caminando únicamente apoyado en la promesa de una nueva tierra en la que no hay más garantía que una creencia y un camino que en si mismo está cargado de lecciones y de vida.

Parece claro que la única vía posible para recuperar la felicidad es la segunda, sin duda también la más difícil. Dejar pasar el tiempo de la tempestad es todo un arte que ha de hacerse con una entrega total, con absoluto abandono, lo cual no es difícil cuando nos vemos derrotados, hundidos, desesperados.

El sufrimiento sólo aparece mientras quedan restos de prepotencia en nosotros, mientras que nuestro orgullo no se ha agotado, pero cuando se ha llegado a este punto uno descubre misteriosamente que sólo queda la esperanza. Algunos se resisten a llamarla así y prefieren ver en este momento una proyección de nuestros sueños que no por consoladores son verdaderos, algo así como un autoengaño. Esa no es mi experiencia y es así que la ofrezco como un verdadero tesoro.

Si bien en nuestra vida hay problemas que nos llevan al fracaso, en nuestro espíritu no ocurre lo mismo y uno siempre puede abrirse a la dicha de ver como nuestros ojos se cierran mirando a lo alto, a un futuro en el que se cree por que se intuye, casi se palpa.

Moisés murió sin ver la tierra prometida pero consciente de que su pueblo entraría en ella y de que él también lo haría en el corazón de cada uno de sus hermanos. Es este un concepto precioso que en estos tiempos de individualismo no se valora lo suficiente. Me refiero al hecho de que somos PUEBLO, asamblea, de que nadie sufre ni goza solo y que el mayor de los desastres sobreviene cuando se trata de experimentar esta experiencia al margen de la familia en la que estamos entroncados, de los nuestros.

Ahora bien, qué hay cuando se entrega la vida sin sombra de futuro, cuando se cierra los ojos en el más absoluto de los fracasos. Dios no está ausente en esta experiencia. Cuando el desastre se escribe con mayúsculas y es definitivo todavía hay que guardarse una sonrisa para llevárnosla con nosotros, pues para Dios NADA hay que sea imposible. El que crea, que entregue su vida con confianza.

miércoles, 26 de enero de 2011

¿Ése... soy realmente yo? El Papa nos cuestiona acerca de nuestro perfil en Facebook

¿Ése... soy realmente yo? El Papa nos cuestiona acerca de nuestro perfil en Facebook
Evangelizar por Internet no es forzosamente hablar de Dios, sino demostrar nuestro estilo cristiano de vivir en todo lo que publicamos en la Red
Autor: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net

Queridos amigos y visitantes de Catholic.net:

Me llamó mucho la atención, al leer ayer el mensaje del Papa para la 45 Jornada de las Comunicaciones Sociales, que esta vez el Santo Padre no se ha dirigido de manera exclusiva a periodistas, locutores, escritores y artistas, como ha sido siempre en estas jornadas, sino que nos ha hablado a todos los cristianos, tratándonos a todos como “comunicadores”.

Me asombró, también, el profundo conocimiento que demuestra el Papa, como si lo viviera cada día, acerca del atractivo de las Redes sociales, de la comunicación con amistades virtuales, de la coherencia de nuestro ser y actuar con el perfil público que mostramos en la red, de la tentación que se pueden presentar de tener una vida paralela en un mundo inexistente.

Me encantaría comentar cada uno de los párrafos de la carta, pero será mucho más interesante para ustedes leerla directamente, porque así podrán disfrutar de la riqueza y sencillez del lenguaje de Benedicto XVI.

Para los que les gustan los resúmenes, destacaré solamente las ideas principales que trata el Papa en su mensaje:

  • 1. El cambio cultural generado por Internet es equiparable al ocasionado por la Revolución Industrial. La extraordinaria potencialidad de sus aplicaciones debe ponerse al servicio del bien de la persona humana.

  • 2. La coherencia que debemos mostrar, como católicos, entre nuestro ser real y nuestro “perfil público” en la Red. Asumir el reto y la obligación de comunicar en las Redes Sociales nuestro pensamiento cristiano sin desvirtuar o relativizar la verdad por buscar la "popularidad".

  • 3. Evangelizar por Internet no es forzosamente hablar de Dios, sino demostrar nuestro estilo cristiano de vivir en todo lo que publicamos en la Red: opiniones, fotografías, preferencias, comentarios, etc.

  • 4. Cuidarnos de la tentación de tener páginas personales en donde mostremos en nuestro perfil una imagen parcial y distorsionada de nuestro mundo interior, con un afán de autocomplacencia.

  • 5. Reflexionar acerca de "¿Quién es mi prójimo?" en este nuevo mundo. Los que están a mi lado y los que no lo están. No perder de vista al que está junto a mi, pero tampoco desaprovechar la oportunidad de alimentar amistades y relaciones profundas y duraderas en el mundo virtual, con una comunicación franca, abierta, auténtica, amable y respetuosa.

  • 6. El Papa termina la carta invitándonos a todos los fieles a ser activos participantes en el mundo digital: "Deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana".


  • En fin, es una carta bien cortita y bien interesante que ningún católico deberíamos perdernos, pues está dirigida a cada uno de nosotros.

    La pueden leer completa aquí: http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/576/2525/articulo.php?id=49240

    Estoy segura de que la disfrutarán.
    Que Dios los llene de bendiciones.

    Lucrecia Rego de Planas
    Dirección
    Catholic.net
    lplanas@catholic.net

    Mensaje para la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

    Mensaje para la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
    Mensaje del Santo Padre bajo el tema: “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital
    Mensaje para la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
    Mensaje para la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
    45ª JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

    "Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital."

    5 de junio 2010

    Mensaje del Santo Padre
    Queridos Hermanos y Hermanas,
    Con ocasión de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, deseo compartir algunas reflexiones, motivadas por un fenómeno característico de nuestro tiempo: la propagación de la comunicación a través de internet. Se extiende cada vez más la opinión de que, así como la revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad, por las novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores, la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy. Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Junto a ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión.

    Se presentan a nuestro alcance objetivos hasta ahora impensables, que asombran por las posibilidades de los nuevos medios, y que a la vez exigen con creciente urgencia una seria reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Esto se ve más claramente aún cuando nos confrontamos con las extraordinarias potencialidades de internet y la complejidad de sus aplicaciones. Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano.

    Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre el productor y el consumidor de información, y la comunicación ya no se reduce a un intercambio de datos, sino que se desea compartir. Esta dinámica ha contribuido a una renovada valoración del acto de comunicar, considerado sobre todo como diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas.

    Por otro lado, todo ello tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia.

    De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida.

    Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer "amistades", implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio "perfil" público.

    Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi "prójimo" en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo "diferente" al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida.

    También en la era digital, cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva. Además, las redes sociales muestran que uno está siempre implicado en aquello que comunica. Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro.

    Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él.

    Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1 P 3,15).

    El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la "popularidad" o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento.

    La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe.

    Con todo, deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquél en quien todas las cosas alcanzan su plenitud (cf. Ef 1, 10). La proclamación del Evangelio supone una forma de comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia; una forma que evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), a quienes mediante su cercanía condujo gradualmente a la comprensión del misterio, dialogando con ellos, tratando con delicadeza que manifestaran lo que tenían en el corazón.

    La Vedad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales. Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas.

    Esta tensión espiritual típicamente humana es precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a comunicarnos con integridad y honradez.

    Invito sobre todo a los jóvenes a hacer buen uso de su presencia en el espacio digital. Les reitero nuestra cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cuya preparación debe mucho a las ventajas de las nuevas tecnologías. Para quienes trabajan en la comunicación, pido a Dios, por intercesión de su Patrón, san Francisco de Sales, la capacidad de ejercer su labor conscientemente y con escrupulosa profesionalidad, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica.

    Vaticano, 24 de enero 2011, Fiesta de San Francisco de Sales.

    lunes, 17 de enero de 2011

    Soló el amor redime y salva

    El amor vivido, en cada momento de nuestra vida, purifica nuestra mirada, y empezamos ver las personas como ellas son y como Jesús las ve. Nuestras simpatías y antipatías no pueden determinar nuestro amor por las personas; por el contrario, en todas las circunstancias, debemos preguntarnos: “¿Como Jesús ve esta persona?

    Dios es amor y su mandamiento es que nos amemos como Él nos ama. “El que ama a su hermano permanece en la luz y no hay en él causa de tropiezo” (I Jn 2,10).

    Amar no es fácil, pero de nuestra parte necesitamos tomar una decisión de vivir el mandamiento del amor, que el Señor nos ha dado, en la seguridad de que la gracia del Alto está sobre nosotros.

    ¡Jesús en Vos confió!

    Fuente: Canción Nueva.

    ¿Amor o deseo?

    Si hay una decisión importante en la vida del ser humano es la de casarse. Sin embargo, si hay algo que no se piensa es precisamente esto.
    ¿Por qué el amor a primera vista –o mejor dicho- el deseo a primera vista hace fracasar noviazgos y matrimonios?

    Hay tres trampas para engañarse en el amor:
    Creer que se aman cuando sólo se desean.
    Creer que tienen mucho en común, cuando quizás apenas tienen nada.
    Creer que están pensando, cuando en realidad están sintiendo.

    Y las llamo trampas porque la trampa consiste en hacer creer que no son trampas, y por eso la persona se confía, baja la guardia y de pronto se encuentra atrapada irremediablemente.
    ¿Amor o deseo?
    La primera trampa es confundir la pasión con el amor. Los novios que llegan al nudo del problema, ven que éste consiste en averiguar si realmente se aman o si principalmente se desean. En definitiva, el problema está en averiguar si mi novio o mi novia es así, es decir, bueno y considerado, y entonces lo seguirá siendo siempre; o si solamente está actuando, es decir, está tratando de quedar bien, e inconscientemente actúa, hace teatro. El amor exige muchas renuncias y sacrificios, y si la persona no es generosa de por sí, por hábitos, a la larga se hace muy difícil el ir contra lo que se es.

    Hay una manera sencilla de averiguar lo que en realidad es una persona y no lo que parece ser: Si tu novio es comprensivo, considerado y responsable, lo será con todo el mundo, y no sólo contigo. Y lo mismo del novio se podría decir de la novia.

    Si alguien sólo es respetuoso, considerado y servicial con determinadas personas y con otras no, definitivamente no es respetuoso, considerado y servicial: solamente "está actuando". Hay que observar cómo se comporta con aquellos de quienes no espera nada, cómo soporta y reacciona ante los roces y tensiones que conlleva toda convivencia. Allí está la clave para conocerlo como es, no como "parece ser".

    Pero los novios sólo se juzgan el uno al otro por la forma como el otro lo trata. Y como la novia ve que él es bueno y considerado piensa que él es así. No le importa cómo es con los demás porque a ella no le afecta, y dice: "conmigo es diferente". Le podríamos contestar "por ahora".
    El error es creer que con ella siempre va a seguir siendo diferente. El carácter acabará por imponerse. La belleza amansa a los hombres salvajes y dulcifica el carácter, pero una vez pasado el impacto o la "magia", el ser humano vuelve a ser lo que era.

    A los seres humanos se les conoce en los momentos de tensión, de crisis, de fracaso, de frustración. Dice Saint-Exupery: que el hombre se mide a sí mismo con el obstáculo.

    "El matrimonio es la situación existencial que más felicidad puede proporcionar a la mayoría de los seres humanos". Por eso todo el mundo se quiere casar, pues el matrimonio es una estructura creada por el amor total para expresarse y perpetuarse.

    Creen que son afines cuando sólo les gusta estar juntos.
    Esta es la segunda trampa que puede tenderles a los novios la atracción física. El matrimonio no es contemplación del otro, es convivencia. Es necesario que el amor que se tienen sea también amor de amistad. Han de compartir intereses y valores. Cuando los esposos no son amigos, el matrimonio acaba por morir por aburrimiento o por desangrado (porque es difícil vivir permanentemente frustrado). Estas tensiones son fuertes también cuando son de diferente religión, o cuando los dos son de la misma fe pero uno practica y el otro no.

    Creer que están pensando, cuando sólo están sintiendo
    Esta es la tercera trampa. Creen que piensan cuando sólo racionalizan su deseo. En el pensar se consideran todas las razones en pro y en contra; en el sentir se piensan sólo las razones dictadas por el deseo, aquellas que lo justifican. Las razones en contra no se piensan, y si se piensan, no impresionan, o sólo se piensa en refutarlas. Es típico el caso del caso en que le dicen a la muchacha, "ese joven no te conviene porque es flojo, o porque es borracho o mujeriego". Y ella razona: sí, pero mi amor lo va a cambiar. La realidad muestra que, a la larga, no lo cambia porque ya tiene hábitos formados.

    Naturalmente, cuanto más vehemente sea la pasión o el deseo, mayor es la incapacidad de pensar objetivamente. Pocos deseos tienen la violencia e intensidad que tiene el deseo físico y sexual. Por eso cuando los novios están profundamente enamorados, están incapacitados para pensar. Se dice que el amor es ciego, de nuevo se está llamando amor al deseo. El amor verdadero, al contrario, es bien lúcido, porque el amor se funda en el conocimiento de la persona y por eso va creciendo con este conocimiento. En cambio el deseo, ni ve ni quiere ver, sólo ve aquello que quiere ver.

    Los novios deben pensar cuando todavía son capaces de pensar, esto es, cuando aún no están enamorados. Al principio no piensan porque no se preocupan, porque no están enamorados. Por eso hay que pensar: "de quién me voy a enamorar".

    Hay que ver cómo se hacen la mayor parte de los noviazgos: se gustan. Siguen saliendo y se siguen gustando cada vez más. Se hacen novios. Ahora no pueden pensar, sólo pueden sentir. Ya no razonan, ya sólo racionalizan. Se enamoraron sin haber averiguado antes si se debían enamorar. Una vez enamorados, aunque él sea Pedro el Malo, se van a casar de todos modos.

    El único tiempo hábil que tienen los novios para pensar objetivamente si se convienen o no, es cuando todavía no se gustan, pero ven que pueden gustarse. "Es que mi caso es diferente", dirá alguna, y después le pasa lo mismo que a las demás y acaban en lo mismo. ¿Qué es lo que le hace pensar que su caso es diferente? Las ganas que tienen de creerlo. Todos los novios piensan que su amor es único.

    Todos los sentimientos duran mientras se creen eternos. Por eso también el que ha recibido un desengaño amoroso cree que para él la vida ya no tiene aliciente. Algunos piensan en darse un tiro. Si esperan un poco se reirán de su estupidez.

    Otras dicen: "Ya verán como yo lo cambio". Una vez que el varón cree que ya la tiene segura, volverá a lo que era. No se trata de un cambio táctico; el novio hace verdaderos esfuerzos y sacrificios, pero son los sacrificios que todo mundo hace para conseguir aquello que desea, pero que durará lo que dure el deseo. El error de la novia está en pensar que su influencia no va a disminuir.
    Se repite el slogan: "Pero todo el mundo puede cambiar"... Si una persona ha cambiado tiene que haber cambiado con todos, y no sólo con la novia. Lamentablemente, no sabemos experimentar en cabeza ajena.

    Se oye decir: "Lo quiero tanto que no me importa lo que en el futuro me pueda hacer". Cuando oigas los insultos y malas palabras, cuando llegue borracho, cuando veas la indiferencia con que te trata, cuando sientas que ya no le interesas, entonces es cuando debería no importarte. Pero cuanto más le ames, más te va a importar.

    (Resumen elaborado por Rebeca Reynaud, basado en el libro de Juan L. Pedraz, S.J.: Tres trampas del noviazgo).

    domingo, 16 de enero de 2011

    Ama mientras hay tiempo

    Me puse a reflexionar sobre la Palabra de Dios que está en Eclesiastés 3, 1-7, que nos dice que existe un tiempo para cada cosa:

    Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
    un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;…
    un tiempo para matar y un tiempo para
    curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse; un tiempo para buscar y un tiempo para perder, un tiempo para guardar y un tiempo para tirar; un tiempo para rasgar y un tiempo para coser, un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz”.

    Dios nos regaló esta vida aquí en la tierra, que es una simple preparación para vivir la verdadera vida en el cielo, en la eternidad. Y para vivir esta vida aquí Dios nos da un tiempo, un momento que pasa volando.

    Nadie sabe cuánto tiempo tiene sobre esta tierra, cuantos años sobre este mundo. Talvez Dios te regale unos 90 años, o talvez 80, 60, 50, quien sabe.

    Jesús nos dice en su Palabra, nadie sabe el día y la hora de su venida y que debemos de estar preparados para no ser sorprendidos, y él no se refiere sólo a su segunda venida sino también a nuestra muerte. Porque ya dice muy sabiamente el fundador de mi comunidad Canción Nueva, el Monseñor Jonas Abib, que si Jesús no viene, nosotros iremos a él.

    Por eso en este momento te hago la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo tienes sobre esta tierra? Esta pregunta nace de una música de un cantante católico brasileño, donde dice ¿Cuánto tiempo tienes? ¿Será que sabes? Y es aquí quiero entrar en lo siguiente: “Amar mientras hay tiempo”.

    Es hora que te cuestiones sobre esto, sobre el enojo que tienes hacia una persona y hacé meses o talvez años que no le hablas, talvez esta persona es un amigo o amiga, tu hermano de comunidad, de congregacion o de sangre. Talvez sea tu propio papá o mamá. ¿Será que tendrás tiempo de amar a estas personas? No sabes si Jesús pronto les visitará o te visitará por eso es hora de perdonar, de reconciliarse, de dejar las heridas y ofensas atrás y de ir hasta estas personas que te hirieron o a quienes heriste…

    ¡Tienes que amar mientras hay tiempo! ¡Tienes que perdonar mientras hay tiempo! Porque mañana puede ser muy tarde! Como decia aquí en Paraguay un conocido conductor de TV : “En vida hermano, en vida” ¿De qué vale llorar después de muerto diciendo que le amas a la persona? ¿Porqué no lo haces ahora?

    ¡Ahora hay tiempo todavía!

    Y si la persona ya partió entregale a Dios en un momento de oración tu arrepentimiento y decile que le dé a esta persona de tu parte un abrazo de amor.

    ¡Hermano ama mientras hay tiempo!

    Luz Torres
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