viernes, 19 de noviembre de 2010

El arrogante no es capaz de acoger una crítica

Un buen relacionamiento no se crea sólo con actitud de chequear una lista de procedimientos en el manual de instrucciones o seguir algunas recetas dejadas por los que nos preceden. Es claro que la vivencia de los de más edad será válida como punto de referencia para los que todavía están aprendiendo el arte de convivir.

En nuestras convivencias, no todo lo que fue un procedimiento para una persona, necesariamente, será aplicable como una “receta de éxito” para otra. Quiere decir que, cuando preparamos algo, siguiendo una receta, el resultado puede hasta ser satisfactorio, pero, sin duda, tiende a quedar mejor cuando intentamos “personalizar” el plato; ya sea en el condimento o en la cantidad de azúcar. De la misma manera en nuestros relacionamientos habrá necesidad de aplicar en las experiencias y en las enseñanzas adquiridas un poco de lo que somos y que deseamos para nuestra vida, semejante a lo que hacemos con las recetas culinarias.

Todos nosotros traemos cualidades y defectos. Y dentro de nosotros convivimos así con el celo y la mentira, los cuales ya fueron comentados en otros artículos, la arrogancia también causa desconfianza entre las personas.

Entendemos que el diálogo es el puente que nos hace romper las barreras, las cuales, de vez en cuando, surgen a lo largo de las convivencias. El contenido y la apertura al diálogo se tornarán ineficaces si la arrogancia amordaza nuestra actitud de acoger los cambios necesarios para vivir mejor. Las personas que afirman en los hechos de la arrogancia acaban por desarrollar un comportamiento autoritario; viven en el egocentrismo como si todos los demás existieran solamente para servirles.

El arrogante no es capaz de acoger una crítica, por más que este sea para ayudarlo en su manera de ser y actuar. Y para defenderse de cualquier comentario no dudará en responder con groserías. Sin mencionar la posibilidad de reaccionar con un comportamiento violento. Ciertamente, alguien que reacciona de esta forma tiene como característica pocos amigos.

Muchas veces, esas personas solamente mantienen “buenas relaciones” con los que son incapaces de contestar sus deleites, infelizmente, estas tales se sienten en el derecho de restringir los derechos del otro, hasta en su libertad de expresión.

Si en una huerta nos preocupamos por arrancar las hierbas dañinas entre las hortalizas, por otro lado, ¿por qué dejamos florecer nuestros defectos justamente entre las personas que queremos?

Para quien vive ese mal y desea llevar adelante un relacionamiento, - sea en la amistad o en el noviazgo -, la ayuda puede estar en las orientaciones de un profesional, que le ayudarán en los cambios de las actitudes consideradas normales por esta persona. Porque, ¿a quién le gusta vivir o relacionarse con alguien que no aprendió a escuchar o insiste en preservar sus defectos?

La receta de un relacionamiento sano y equilibrado tiene origen en la familia y se desarrolla a lo largo de nuestra vida por medio de la convivencia, en las amistades, la escuela, el trabajo, el noviazgo, entre otros. Nadie es mejor que el otro por más que este ocupe una función jerárquica superior o si se manifiesta con mayor capacidad intelectual. Antes, es interesante buscar cada vez más, actitudes de cordialidad y simpatía con aquellos con los que convivimos si dejamos que nuestros relacionamientos sean siempre duraderos.
Un abrazo.

Dado Moura
Comunidad Canción Nueva

Fuente: Cancion Nueva

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